De verde, como Luis, también vestía el Profesor Bacterio, el personaje de Ibañez. El resultado de la mayoría de sus experimentos era el contrario al deseado, unas veces por inutilidad y otras por mal uso. Llegados a un cuarto del campeonato, Luis pensó que a los chavales del Villarreal había que enfrentarlos con tres centrales y solo dos centrocampistas y el invento a estas alturas, saltó por los aires en el peor encuentro de fútbol del curso, que deja una imagen difícil de soportar.
El bloque defensivo, a excepción de Omar, es la comparación entre los fascinantes tebeos de Mortadelo y las decepcionantes versiones en cine: a Pacheco no le vale la enmienda de dos paradas, a Calero, Cabrera y Sergi los esquivaban como a Ofelia y Ramón defensivamente fue una edición descatalogada, a la que se sumó Brian, más preocupado en darle con el zapatófono al rival antes que al balón.
Decidió el mister mantener a Pol, al que burlaban sin necesidad de entradas secretas, y Aguado se pasó el capítulo en la luna. El ratito de Gragera, la única viñeta interesante del cómic del centro del campo.
Arriba, la defensa amarilla dejó a Milla como “Chapeau el esmirriau”, a Puado le hacían el mismo caso que al superintendente Vicente y Braithwaite, espeso como Filemón en los Mundiales.
Al rubor que ocasionaba el desempeño de los nuestros, no lo disfrazó ni Melamed; Expósito puso una falta que habría sido fuera hasta en el 6 Naciones, Keita se confundió de página y quizá esté en el ascensor de 13 Rue del Percebe.
Espera una larga travesía de cinco días hasta el sábado. El ejercicio de conciencia personal, respecto a la categoría y los rivales corresponde a cada uno. Y hablo de aficionados, jugadores y entrenador. Los ensayos, con gaseosa. Y no dar nada por ganado. O acabaremos estrangulando al culpable, como hicieron Filemón y Mortadelo cuando el Profesor Bacterio les unto por la cabeza su famoso crecepelo.