Ha llegado el día. El que nadie quería vivir, pero que todos sabíamos que podía llegar. Este sábado el Espanyol se juega su permanencia en Primera división en una final sin margen para el error. El RCDE Stadium acoge un partido que marcará el futuro inmediato del club blanquiazul, y no es una frase hecha. Si el equipo gana a la UD Las Palmas, se queda. Si no lo hace, tendrá que rezar para que el Leganés no venza al Valladolid. Todo lo que parecía encaminado hace unas jornadas, ahora se ha teñido de incertidumbre, de angustia… y de miedo. Pero también de orgullo, de fe y de esa energía especial que se respira en los días grandes, cuando hay que dar un paso al frente. Quedan noventa minutos, y hay una afición entera empujando detrás.
El ambiente será el de las grandes citas. Se espera un lleno absoluto, con miles de pericos dejando la garganta en cada jugada. Nadie quiere volver a revivir el trauma de un nuevo descenso, que sería tercero en los últimos años. Esta vez no vale con especular ni mirar de reojo al móvil para ver cómo va el Leganés. No. Esta vez hay que ganar. Punto. Y eso lo sabe todo el mundo en el vestuario, en la grada y en cada rincón del espanyolismo.
Un viejo conocido viuelve a casa: Diego Martínez y el partido que puede marcar al Espanyol
Frente al Espanyol estará una UD Las Palmas ya matemáticamente descendida, que hay que ver con qué animo llega al RCDE Stadium, aunque pese a que vienen con muhas bajas, es de suponer que no vendrán de paseo. No solo por dignidad profesional, que también, sino porque el que se sienta en su banquillo es un viejo conocido en clave blanquiazul: Diego Martínez. Ese mismo que dirigió al Espanyol durante buena parte de la temporada 22-23, y que terminó destituido cuando el equipo estaba en caída libre hacia Segunda. Aquello acabó mal, muy mal, y dejó heridas que aún escuecen.
Ahora, el destino ha querido que sea él quien tenga en sus manos una parte del futuro del club. Paradójico, incómodo, pero real. Su Las Palmas ya no se juega nada, pero sí puede decidir mucho. Y aunque el equipo canario acumule semanas sin competir al máximo nivel y su convocatoria presenta muchas y sensibles bajas, nadie duda de que saldrán con ganas de fastidiar la fiesta. Porque el fútbol es así, y porque nadie quiere ser señalado por dejarse ir.
Eso sí, el contexto pesa. Las Palmas es un equipo herido, con muchos cambios, sin la intensidad de otros meses y con el futuro en el aire. Su descenso se confirmó hace jornadas y desde entonces se ha notado en su juego. El problema es que incluso así, en una tarde tonta, puede hacer daño. Más aún si el Espanyol no está fino.
En la víspera del duelo ante el Espanyol, Diego Martínez comparecía en rueda de prensa dejando claro que, pese al descenso matemático, la UD Las Palmas afronta el último partido de la temporada con profesionalidad. “Es el último partido de la temporada y como profesionales queremos ganar por respeto a la competición, rivales y por nosotros mismos”, afirmó.
Al ser cuestionado por si siente algo al enfrentarse a su antiguo equipo, el Espanyol, en una situación delicada, hacía esta reflexión: «No, para nada, al contrario, es un momento muy complicado para los entrenadores y los jugadores. Todos queremos ganar pero es cierto que delante tienes a personas a las que quieres y empatizas. Es la primera vez que vivo esta situación y es muy complicada. Esto es fútbol, respetamos a los rivales y a la competición y desde que empieza la temporada somos conscientes que cada partido hay que intentar ganarlo»
Sobre el futuro, el gallego evitó pronunciarse: “El club comunicará lo que tenga que comunicar. Yo me centro en el siguiente partido”. Y añadió que, pese a las dificultades, el equipo ha competido con honestidad hasta el final.
Un año después, otra final para el Espanyol de Manolo
El otro gran protagonista de esta historia es Manolo González. Un año después de aquella agónica final del play-off ante el Oviedo, el técnico vuelve a estar en el epicentro de un partido decisivo. Pero esta vez el escenario es distinto: ya no se trata de subir, sino de no caer. Y la presión es máxima. Porque no se trata solo de lo que pase en el césped, hay mucho más en juego: el proyecto deportivo, el futuro de muchos jugadores, el ánimo de una afición agotada y, en última instancia, la viabilidad del propio club.
Siendo realistas, el equipo llega muy justo en lo anímico y lo físico. Cinco derrotas seguidas son demasiadas, y el mazazo en Pamplona ha hecho daño. Pero también hay una certeza: este grupo ha demostrado que sabe competir cuando tiene la soga al cuello. Ya lo hizo el año pasado, y quiere volver a hacerlo ahora. No hay más margen. No hay red. Solo hay una misión: ganar.
Y en este contexto de urgencia, el mensaje que se lanza desde dentro es claro: unidad, compromiso y fe. No es momento de buscar culpables ni abrir debates. Es tiempo de remar todos juntos, de empujar como nunca, de dejarse la piel. Porque el Espanyol se juega mucho más que un partido. Se juega su orgullo, su historia y su sitio en la élite.
Manolo González comparecía ayer ante los medios con ese tono suyo que mezcla serenidad con una confianza que no suena vacía. En puertas del partido más determinante de la temporada, el técnico perico ha dejado claro que el equipo llega preparado y mentalizado: “Estoy seguro de que el Espanyol estará en Primera. Estoy muy seguro del equipo”.
El míster quiso recalcar que, aunque la presión es máxima, el equipo ha demostrado tener lo que hace falta en los momentos clave. “Jugar en la situación que lo hemos hecho o eres valiente o no puedes hacerlo”, explicaba. Y ahí es donde ve la diferencia: en la actitud. En el carácter de un grupo que, pese a los golpes, sigue con la cabeza alta.
Sobre Las Palmas, reconocía no fiarse ni un pelo: “Es un equipo que compite bien”. Pero su foco está, como no podía ser de otra forma, en los suyos. “El principal mensaje al grupo es que somos un buen equipo, que lo hemos demostrado y que no es la primera vez que nos vemos en estas”. Además, no esquivaba la responsabilidad de lo que hay en juego pero se aferraba a una certeza: que, esta vez, el Espanyol depende de sí mismo. Y eso, como él mismo ha dicho, “es lo más importante de todo”.
¿Dónde ver en directo por TV el RCD Espanyol – UD Las Palmas?
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