A quién corresponda, desde arriba hasta, sobre todo, abajo: Por favor, poned fin a esta tortura.
Esperpéntica la campaña que está protagonizando el Espanyol Femenino le pese a quién le pese, es así. Sin paños calientes y siendo realistas. Y donde pone esperpéntica podría leerse también indignante, decepcionante… y un sinfín más de calificativos que se les ocurran. Porque sí, a nueve fechas para la conclusión del campeonato liguero, las pericas ya han dicho adiós al ascenso directo y, a este paso, o reaccionan o harán lo propio con un play-off de ascenso que se encuentra a siete puntos de distancia mientras siguen ancladas en tierra de nadie, a media tabla. Hay tiempo todavía, pero hay que darle un giro a esta situación como un calcetín.
Ancladas a media tabla, a vueltas, sin alma, sin ideas, incluso ahora sin gol… Cuatro partidos sin ganar y sendos encuentros sin ver puerta. Sin líderes en el verde, habiendo gastado ya la bala del cambio en el banquillo, habiendo reforzado el equipo en el mercado invernal. Teniendo el presupuesto más alto de la categoría, o uno de los más altos. ¿Las jugadoras no dan para más? Quién les escribe ya no sabe ni qué pensar al respecto. Vaya el respeto por delante, pero en cuanto a rendimiento, se salvan las que se pueden contar con una mano prácticamente. Perfiles y nombres a priori interesantes, pero esto no arranca. Como equipo, no funcionan como otros modestos que, con el mono de trabajo fin de semana tras fin de semana, sí están cumpliendo con sus respectivos cometidos. Sin ser infalibles, porque la competencia es feroz, pero compitiendo sin estar montadas en una montaña rusa, como aquí. Habiendo, en muchos casos, hecho un fortín de sus feudos. Cumpliendo en duelos directos, en esos en los que está prohibido dejarse puntos. Lo de este Espanyol, no tiene nombre.
Situémonos en verano, en una planificación tardía y necesitada de revolución. Vuelta al trabajo con la sensación de tener una plantilla competente, suficiente para acometer el objetivo del ascenso. Deseos de alegrías tras años de desgracia y desazón, nos subimos al carro de este nuevo proyecto. Elegimos creer. Pero a la primera de cambio, ostia con la mano abierta. Resultados decepcionantes, dientes de sierra, partidos buenos y otros malos, sin regularidad, con muchos contratiempos, surgiendo dudas. Inexplicablemente, el engranaje no iba, el equipo no rendía como se esperaba, y con la apuesta de Carol Miranda en el banquillo, tampoco llegó la reacción. No hay manera. Partidos indignos, un Espanyol superado en muchas facetas, lejos del rendimiento esperado. ¿Y ahora qué? ¿Qué hay que hacer? ¿Cómo se arregla eso?
Nadie tiene una respuesta y ese es el problema, que cuando no sabes muy bien por qué fallan las cosas y se terminan las excusas, complicado poder encontrar soluciones. Porque cuando no es por una cosa, es por otra. Y el tiempo apremia, el final se acerca y este equipo necesita hacer lo que no ha logrado hasta la fecha, regularidad y abonarse al más tres como costumbre. Pónganse las pilas, el escudo que representan no merece tanta tortura. Alcancen el play-off y, como mínimo, permitidnos ilusionarnos con algo. No vale lo de la mochila y el peso. Has tareas que implican responsabilidad, y la de devolver al Espanyol a la máxima categoría más que una ilusión, un reto, es una responsabilidad mayúscula. Así que pongan cordura a todo esto, que ya hemos tenido suficiente. Subir, era una obligación. Recuerden. Intenten que donde puse decepcionante al inicio, no tengamos que acabar poniendo desastrosa al final. Nada me decepcionaría más. Quiero creer como en verano, pero me lo están poniendo muy complicado. Empujaremos hasta el final, pero no sin poner el grito en el cielo ante tanto despropósito. Otra temporada no puede irse a la basura.