“La mentalidad es positiva y la gente se entrega. Habrá que sudar sangre para sumar puntos porque vamos muy al límite. Hemos de mejorar muchas cosas. Debemos perseverar, tener serenidad y seguir hacia delante”. estás palabras son de un Diego Martínez que no ha escondido en ningún momento la realidad: este año tocará sufrir: “Queremos rebelarnos ante la realidad y hay que seguir mejorando. Es lo que tenemos, es lo que somos”. Sus declaraciones en los últimos tiempos, en las que han ido explicando lo que significará ir al límite, dejan claro que sabe que será un año complicado. Y, tras todo lo vivido esta semana, creo que para que este equipo y el club no se caigan, la afición tenemos que ir más al límite que nunca. Las cosas no se han hecho bien y la hinchada está preocupada ante un futuro incierto, pero solo le queda agarrarse a la plantilla, ya que los altos estamentos de momento le están fallando.
Y por eso, pese a que los resultados no están llegando, aunque hay más sensaciones que puntos, la afición perica dio toda una lección de amor al club el pasado sábado ante el Sevilla. Entendió que para ella ir al límite es dejarse la voz en la grada. No dejar de animar y apoyar a los jugadores por encima de todo. Seguramente tuvo motivos para pitar, pero no lo hizo. Y, sinceramente, creo que no lo hizo porque sabe perfectamente que si las cosas no salen esta temporada como quisiéramos, no deberá buscar los culpables ni en el vestuario ni en el banquillo. Diego Martínez y la actitud e implicación que están mostrando los jugadores son las únicas esperanzas que le queda a la parroquia blanquiazul. Hay una plantilla muy corta, pero cuando todo parece que está peor que nunca, percibo una química entre equipo y afición superior a la de otras campañas. Y esto tiene mucho valor. Solo hay que ver cómo tras una derrota fueron despedidos los jugadores. La grada les premió que se lo dejaran todo, que lucharan hasta el final.
El club se ha entregado a un Diego Martínez que ya ha dejado claro que no está contento con la planificación. Como los seguidores. El aficionado perico no solo se siete decepcionado, lo peor es que se siente engañado por la planificación deportiva y avergonzado por el desenlace del tema De Tomas. Pero no dejará solo al equipo. Tiene muy claro donde están los culpables, y el pasado sábado, aunque fuera una minoría, ya entonó en varias ocasiones el ‘directiva dimisión’. Y Chen Yansheng, que casi siempre se ha librado de los pitos, está en el punto de mira. Nadie olvida que el presidente nos salvó de una posible quiebra, pero todos también vemos que se ha ido desentendiendo cada vez más del Espanyol. De ilusionarnos hablando de la Champions se ha pasado a una preocupación, desapego y cabreo generalizado. Sinceramente, si tiene claro que para crecer no hace falta inversión, lo mejor es que se vaya. Así es imposible dar un paso al frente. Con esta apuesta conservadora la ilusión solo volverá a los aficionados el día que decida vender el Espanyol. Y ojalá no sea tarde.
Amigos pericos, el Espanyol y su escudo es lo único que nos debe importarnos. Nadie, ni Chen Yansheng ni Raúl de Tomás… está por encima de la entidad. Solo RCDE y por eso hemos de luchar para que pronto tengamos el futuro que nos merecemos. Y lo haremos al límite. A muerte porque este club es de su afición.
Discusión sobre este post