Dijo Joseph Pulitzer que “con el tiempo, una prensa mercenaria, demagógica, corrupta y cínica, crea un público vil como ella misma”. Y de esa forma, soportando durante décadas ser señalado, ninguneado y arrinconado, la mecha que se puso a prender hace años, acabó estallando de la peor forma posible.
La semana transcurrió en la insistencia, desde los altavoces habituales, de la obligación de un pasillo, sin haber ganado el campeonato. Y como no gustaba la respuesta a los fabricantes de bullying mediático, envenenaron un poco más a su mayoría sodomizada. Y a partir de hoy, lo que te rondaré morena …
Viviendo en el apartheid, nos asignan todos los sufijos “istas” posibles, se engrandece cualquier error, que los tenemos claro, mientras se ocultaran los mismos en el otro lado. Nos tragamos el lanzamiento de bengalas o que nos estrenáramos en la prohibición de portar camisetas en su estadio. Después te dirán que tú también lo hiciste y te harán creer que el debate consiste en saber qué fue antes si el huevo o la gallina.
Fue finalizar el partido y ya se pregonaba el cierre del estadio. Y lo dicen sin titubear los mismos que defendían el “accidental encendido” de aspersores cuando sintieron que a ellos, si, les estaban provocando. No defenderé el suceso, ni este ni aquel, pero tengo la dignidad suficiente para que no “me llame puta la tacones”, por favor.
¿Y el partido? No hay evaluación posible. Cada jornada se lapida un poco más el encuentro anterior, la esperanza es lo último que se pierde, aunque haya matemáticas que la pintan de verde. La realidad es la que cada uno siente internamente, en el final más lamentable del año. Ya se encargará la liga de certificar el descenso, que hemos proyectado con la peor imagen de la temporada.