No hay una evidencia que certifique el origen exacto del carnaval. Se dice que pudo ser en el antiguo Egipto o en las fiestas paganas en honor a Baco, Dios en diferentes especialidades. Tras el ya saben que viene el miércoles de ceniza, ese que durante 90 minutos estuvimos pensando que llegaría este mismo lunes.
La ruleta de la portería cayó en el 13, verde, impar y Fernando Pacheco que firmó el cero en ganancias ilicitanas.
La rúa defensiva contó con Rubén Sánchez que no acertaba a parar el desfile de Clerc, Óscar Gil disfrazado de extremo zurdo desde el lateral no ganará así jamás un concurso, Sergi Gómez se pudo arrancar la máscara que le gafaba, José Gragera intentaba que nadie desentonará en la agrupación aunque fuese a bajo ritmo y el buen Brian Oliván le dio heroicidad al desempeño, con la venda de Quincoces en su cabeza.
En el sambódromo de la medular estaba la apuesta; un brasileño de batucada como Vini Souza nunca falla en estas fechas, recién llegado de una larga cuaresma, Denis Suárez evitó el sobrepeso de la responsabilidad del capitán y Sergi Darder, quien si no, se erigió en reina del carnaval.
El que no se quedó con la copla fue un desdibujado Javi Puado, mientras que Braithwaite se aburría tratando de intimidar con la fuerza de un matasuegras.
Todo lo que no fuese victoria, parecía chirigota y a la comparsa se unió Pierre-Gabriel dubitativo como el pulpo Paul, Aleix Vidal que se nos vuelve a perder en el bullicio, Edu Expósito con el que hemos olvidado que tiene sitio en esta fiesta y Simo con el disfraz a medias, porque un central no puede resbalar.
Las últimas caladas se las llevó Nico Melamed a la esquina y allí ya nadie pudo fumarse nada.
Habíamos ido al jolgorio y por poco nos citan al funeral. Elche no es Venecia, ni mucho menos Río de Janeiro, así que allí fuimos a buscar tres puntos, por lo civil o lo criminal. Se ganaron y no les mentiré que es lo único que me importa. No haberlo hecho supondría cumplir lo que viene después de esta fiesta: días de ayuno y abstinencia. Y eso en fútbol, se llama no sumar. Y el que no suma, baja. Y si no, pregúntenles a la buena gente del Martínez Valero.