El partido de este sábado entre RCD Espanyol y Racing Club de Santander significará el reencuentro de dos personas, dos profesionales que durante casi una década trabajaron mano a mano formando un estrecho equipo de trabajo. Se trata de los actuales directores deportivos de ambos clubes, Fran Garagarza y Mikel Martija respectivamente, que uno desde 2011 y el otro desde 2013 y hasta 2021 en que ambos dejaron el cargo de manera consensuada con la entidad armera fueron el primero máximo responsable del área deportiva y el segundo primero responsable del fútbol base y después secretario técnico del Eibar. Con el de actual director deportivo perico el cuadro vasco logró los ascensos a Segunda y Primera, y pudo mantenerse en la máxima categoría durante 7 temporadas; además, durante los ocho primeros años de la mano firmaron fichajes muy destacados para el cuadro armero -no tanto en las dos últimas, en que no dieron tanto en la diana-, dejando además una plusvalía de casi 40 millones de euros en traspasos. Para Martija, que se convertía en mano derecha de Garagarza en 2013, la del Racing Club de Santander es su primera experiencia como director deportivo en un club, pero le avalaba el trabajar el ser brazo derecho del ahora perico en en mejor periodo de la historia de la entidad basca, y de hecho se apunta su participación como absolutamente clave para conseguir fichajes como los de Joan Jordán, Dmitrovic, Cote, Pedro León, Sergi Enrich o Ánder Capa. Antes de ser secretario técnico del conjunto armero durante más de siete temporadas, fue el coordinador de Fútbol Base y desarrolló meticulosamente su modelo de cantera.
El modelo de éxito del Eibar, de la mano de Garagarza; su complicada relación con Mendilibar
En el Eibar Fran Garagarza consiguió imponer un modelo de éxito con un modo de funcionamiento muy rígido del que formaba parte fundamental Martija. Necesitado de anticiparse en sus movimientos para cerrar fichajes ante rivales de mucho mayor potencial económico, tenían 5 ojeadores encargados de elevar sus informes a la secretaría técnica, que a su vez reportaba al secretario técnico, Mikel Martija, que los derivaba a su vez hacia el director deportivo Fran Garagarza que a su vez los compartía con el entrenador. Todas las decisiones habían de ser consensuadas y todos los profesionales tenían voz. Allí se cuidaba el detalle casi hasta la obsesión: no sólo se veía en directo al futbolista sino que se hablaba con él y con su pareja e incluso se valoraba la cultura del jugador. Cada departamento no se entrometía en los papeles asignados al resto, y ante todo no se imponía nada que pudiese desestabilizar económicamente a la entidad. Al final Garagarza era el que decidía tras escuchar a Martija, y después se informaba al técnico -en la época de Mendilibar, era vox populi la mala relación entre el actual director técnico perico y el ahora entrenador del Sevilla; “Esto es como un matrimonio que lleva mucho tiempo junto, que discute , que luego se reconcilia…”, explicó en su día Garagarza: “Es que en una convivencia de tantos años entiendo que tenemos muchas cosas que poner en la mesa y muchas cosas que vemos de una manera distinta. Pero hay un aspecto que está muy claro: el trabajo, la sintonía, el respeto y las formas siempre han sido correctas y hemos hecho un trabajo en equipo. Una convivencia, a este nivel de exigencia, si tú tienes muy mala relación con una persona es imposible estar porque no te compensa”-. En definitiva, un estricto control de calidad que ahora tanto Garagarza como Martija intentan aplicar en sus respectivos clubes. Martija lleva más tiempo en su actual cargo por lo que ha podido avanzar en la implementación de su modelo: coinciden ambos en algunos conceptos como la obsesión por la profesionalización, el dar gran valor a la red de ojeadores, al área de scouting, y en hablar de la necesidad de tener paciencia a la hora de la confección de las plantillas ligando siempre lo deportivo a lo económico, gastando el dinero guardado para intentar que la bolsa quede lo más vacía tras invertirla en los mejores jugadores posibles.
La política de Martija en el Racing
En su primer mercado en el Racing Club de Santander Martija, que venía a sustituir a todo un clásico como José Mari Amorrortu, ató de inicio a jugadores libres de Segunda y Primera RFEF dejado remanente y fichas disponibles para rematar el bloque al final sin dejar en la cartera un euro sin gastar, aunque recibió críticas en ese sentido -algo parecido le ha sucedido a Garagarza-. Este año, parece que la tónica es parecida, la de tener calma esperando la recta final de mercado para completar la plantilla, y tras el Espanyol es el equipo de la Liga Hypemotion que menos se ha reforzado, con tres fichajes: Lago Júnior, Iván Morante y Zenitagoia.
La apuesta por José Alberto, todo un éxito
Garagarza ya encontró un técnico ocupando el banquillo del primer equipo del Espanyol, Luis García, al igual que Martija que hubo de asumir la presencia de Guillermo Fernández Romo, pero al que hubo de tomar la decisión de destituirlo a media temporada tras cinco derrotas seguidas, una victoria de 10 partidos en casa, 10 goles marcados en 20 jornadas y el equipo en zona de descenso. Su apuesta, José Alberto, no pudo ser más acertada: el ovetense, que se hizo cargo del equipo cántabro en diciembre de 2022, consiguió una milagrosa permanencia tras finalizar duodécimo clasificado -teniendo en cuenta los resultados con él en el banquillo, hubiesen sido cuartos-. en los 22 encuentros que dirigió, pasó de 22 puntos a 54 en su casillero gracias a unos extraordinarios registros especialmente en los Campos de Sport del Sardinero, donde solo sufrió una única derrota en 11 partidos y logró encadenar cinco victorias consecutivas.