El Espanyol ganó en Oviedo sin hacer ruido, pero diciendo mucho. Orden, oficio, madurez. Ese es el punto de partida de la nueva columna de Alex Segura en “Territorio JJ Watt”, titulada “Los hombres de Manolo”. Un texto que retrata cómo el equipo ha dejado atrás los nervios del curso pasado para convertirse en un bloque serio, fiable y con identidad. Un Espanyol que ya no improvisa. Compite.
Los hombres de Manolo
Hay equipos que juegan como chicos. Corren, se ilusionan, se agitan. Y hay equipos que compiten como hombres. Piensan, miden, ejecutan. El Espanyol de Manolo ha cruzado ese puente.
En el Tartiere se vio un grupo serio. Orden atrás. Personalidad con balón. Frío cuando tocaba. Sin alardes. Sin necesidad de adornos. Fue un partido de oficio, de esos que no piden explicaciones ni titulares exagerados. Ganar con autoridad silenciosa también es una forma de crecer.
La madurez no llega de un día para otro. Se cocina con tiempo, con repeticiones, con golpes y aprendizajes. Manolo lo explicó a su manera después del partido: ni éramos un desastre antes, ni ahora somos la Brasil del 70. Esa frase resume el equilibrio que transmite. Vestuario alineado, discurso estable, identidad clara. Nada más peligroso para un rival que un equipo que sabe quién es.
El año pasado el Espanyol estaba en fase de crecimiento. Buscaba su forma, su ritmo, su carácter. Este curso, en cambio, juega con una convicción distinta. Ya no hay ansiedad por demostrar, hay confianza en ejecutar. El bloque está más hecho, las piezas nuevas encajan (ojo con el káiser alemán), y los automatismos aparecen sin necesidad de forzarlos. También se nota en los detalles que no salen en los resúmenes.
Un mal pase corregido a tiempo. Una falta táctica que corta una contra. Un delantero que corre para tapar una línea de pase. Y la pausa necesaria al colgar un balón. Pequeñas cosas que antes se escapaban y ahora se hacen sin pensar. Eso es madurez futbolística.
En Oviedo, además, hubo un gesto simbólico. El equipo protestó los primeros segundos, inmóvil, en señal de respeto a la afición, pero luego jugó concentrado, sin salirse del guion. La cabeza fría y el corazón caliente. Lo importante era competir. Lo hicieron. Y lo ganaron. Porque eso es ser un equipo hecho.
Aceptar el barro, administrar los tiempos, morder cuando toca. Este Espanyol ya no vive de impulsos, vive de certezas. Los hombres de Manolo han llegado. Y ahora, lo difícil, será mantenerse ahí.
Alex Segura