El Espanyol cerró el 2025 con una victoria enorme en San Mamés ante el Athletic Club, enlazando cinco partidos seguidos ganando y sumando ya 33 puntos en 17 jornadas. Lo que hace un año era un proyecto lleno de dudas, que hacía pensar en que habría que sudar sangre para volver a caer al pozo de Segunda tan solo un curso después de lograr recuperar la categoría, hoy es un bloque competitivo, rocoso y feliz.
Nadie podía imaginar que este mismo equipo que salía goleado de Bilbao en octubre de 2024, con un 4-1 en contra, la moral por los suelos y un Manolo González al que las cámaras captaban cariacontecido en la banda, iba a acabar el año ganando con autoridad y toda justicia en ese mismo estadio y dejando a media tabla a los leones. Pero lo han hecho. Porque este Espanyol es, no hace falta decirlo, otra cosa.
Manolo, el arquitecto de un equipo que sabe competir
Lo de Manolo González, al que causa ya cierta hilaridad que tenga «haters» en redes, no es en absoluto suerte, ni casualidad ni tampoco apunta a ser ya, con casi media LIga finiquitada, flor de un día. El Espanyol de Manolo se explica desde el trabajo sin balón, la solidaridad defensiva, la estrategia, la presión y la intensidad. Aquí no hay grandes individualidades ni caprichos estrambóticos de estrellita, hay jugadores comprometidos que han comprado el mensaje del míster. Manolo lo dijo claro: no se trata de jugar bonito, se trata de competir, de ser un equipo, de crecer desde el barro. Y vaya si han crecido estos futbolistas. Parece casi imposible.
Dmitrovic, Urko, Carlos Romero… y un equipo sin fisuras
El rendimiento coral es lo que más destaca en este Espanyol, pero sería injusto no mencionar nombres propios de este partido de San Mamés que puso la guinda a un 2025 mágico. Dmitrovic, que llegó entre dudas, está firmando números de escándalo, mejorando los números que firmó Joan García en la pasada primera vuelta, y tuvo nuevamente acciones salvadoras en La Catedral. La seguridad que transmite este portero es absolutamente impresionante.
Urko se salió en San Mamés, ante los ojos de un club que sin duda habrá tomado nota de su rendimiento ya que no se le suele escapar el talento nacido en tierras vascas. Ya tieneel de Vitoria ese partido redondo que le faltaba aún desde su vuelta al RCDE esta pasado verano. Y Carlos Romero se inventó un gol de videojuego.
Pero lo mejor es que todos suman. Este 2025 nos cansaríamos de repartir elogios. Desde Cabrera y Calero, que han recuperado la jerarquía, hasta Pol Lozano, Pere Milla, incluso nombres que no acaparan titulares y pueden pasar desapercibidos dan el callo y no desentonan cuando salen del banco. Todos saben cuál es su rol. Y lo cumplen.
33 puntos y un colchón que permite soñar… con Europa
El Espanyol se va de vacaciones quinto, con 33 puntos, habiendo ganado en estadios tan complicados como los escenarios de las últimas dos victorias, el Coliseum o San Mamés. Y lo más bestia: es la quinta vez en 125 años que el club gana tres partidos seguidos fuera de casa. No es poca cosa. Con este colchón de puntos, el equipo se ha ganado el derecho a cometer un error, poder reaccionar sin consecuencias en la tabla y seguir mirando hacia arriba. La palabra «Europa» ya no es tabú como ha sucedido tradicionalmente en el seno del RCDE, es objetivo, pese a que desde dentro del vestuario el mensaje sigue siendo el de una prudencia que cada vez cuesta más contener. Y si llega ese premio, será desde la humildad, desde la constancia y desde el esfuerzo.
El perico, por fin, puede sentarse en Navidad con la cabeza alta
¿Dónde está la trampa? ¿Cuándo se rompe el hechizo? El perico escarmentado sigue teniendo miedos, porque sabe lo que ha sufrido estos años. Pero este 2025 invita a algo más: a creer de cara al año que tenemos ya a la vuelta de la esquina. A dejarse llevar por un equipo que compite, que gana, que transmite y además, emociona por su compromiso. Que no da por perdido un balón y que defiende el escudo como hacía tiempo no se veía por estos lares.
De sufrir a disfrutar: la fórmula de Manolo para cambiar la historia
Manolo ha sabido leer la plantilla, no pedir imposibles a sus futbolistas y darles una confianza real, no impostada ni de cara a la galería. Su mensaje cala porque es honesto. Porque representa a los suyos. Porque hace magia, sí, pero sin trucos sino con pizarra, carácter y sobre todo, mucho, muchísimo trabajo. Lo de hoy no es casualidad. Es causalidad. Y el vestuario lo sabe. Y también la grada, agradecido y volcada con su técnico, auténtico líder del proyecto.
El Mágico Espanyol de Manolo: cinco triunfos seguidos y la felicidad como bandera
59 puntos en el año natural. Un registro impresionante. Cinco victorias consecutivas por primera vez en este siglo. Y lo que viene: un derbi en casa ante el Barça para abrir 2026. Puede que no sepamos hasta dónde llegará este viaje, pero sin duda, lo vivido hasta ahora ya ha valido la pena.
Porque el Espanyol de Manolo ha devuelto la ilusión, el orgullo y las ganas de soñar a una afición que ha vivido muchos años machacada y anorreada, y que como dijo el arquitecto de este proyecto junto a un Fran Garagarza al cual no nos cansaremos de dar méritos y desear una total recuperación, hay que disfrutar «de una puta vez». Palabra de Manolo.