El partido de este sábado entre RCD Espanyol y Real Valladolid supondrá el reencuentro con el que hasta el pasado verano fue el director deportivo del club blanquiazul, Domingo Catoira, que tras su despido firmó con la entidad pucelana. Considerado uno de los grandes responsables del pasado descenso a Segunda división por la pésima planificación en el mercado de verano de 2022, Catoira fue cesado por decisión de Chen Yansheng a pesar de que el gallego tenía un año más de contrato, oyendo tras semanas de resistencia las muchas voces del entorno perico que le reclamaban la cabeza del ejecutivo. Incluso se promovió un boicot a la hora de renovar los abonos de la temporada, algo que finalmente no se llevó a efecto dada la decisión de la cúpula del club. A principios de agosto y tras rumores que lo situaban en el Dépor, el Real Valladolid lo contrató como el relevo de Fran Sánchez.
Un mercado el de Catoira en el Valladolid con mucho dinero en ventas y poco en fichajes
A lo largo de los dos meses de mercado que capitaneó Domingo Catoira el Real Valladolid ingresó mucho dinero en ventas -más de 29 millones- con los traspasos de Iván Fresneda, Cyle Larin, Gonzalo Plata, Shon Weissman, Lucas Olaza, Jawad El Yamiq y Saidy Janko-, hubo de invertir bastante en rescisiones de contrato e invirtió poco pese a cerrar hasta 10 incorporaciones, en concreto 5,7 millones de euros para ligar a Enzo Boyomo, Raúl Moro, César de la Hoz, Joni Montiel, Víctor Meseguer, Stanko Juric, John Víctor Maciel, Gustavo Henrique Vernes, Marcos André de Sousa y Mamadou Sylla. Pese a las dudas iniciales sobre el resultado del mercado, lo cierto es que la plantilla que ha completado el Real Valladolid tras la salida de sus mejores jugadores se está mostrando muy competitiva de la mano de un Paulo Pezzolano al que dio todo su apoyo cuando se le cuestionaba por tener el equipo en zona de descenso. Ciertamente, y repasando hombre por hombre, tiene una de las mejores seis plantillas de la Liga Hypermotion y un potencial sobrado para luchar por el ascenso.
Catoira, responsable de una pésima planificación en el Espanyol y de vender un proyecto que nunca se llegó a realizar
Si en Valladolid está comenzando a valorarse el trabajo hecho este verano, el recuerdo que dejó entre la afición perica fue muy malo. En el 2020 vino al Espanyol para ejercer de secretario técnico, y cuando el club blanquiazul decidió destituir a Rufete en la recta final de la temporada 2021-22, ascendió al gallego a la cumbre del área deportiva con el objetivo de tomar el control de una entidad que pretendía dar un paso adelante la siguiente temporada. Sin embargo, la forma en que gestionó el mercado de verano 2022 fue caótica, muy condicionada a la venta de Raúl de Tomás, cuya situación no se supo reconducir, configurando una plantilla desequilibrada con algunos fichajes incomprensibles y posiciones mal cubiertas. Mención especial, la búsqueda infructuosa de un portero, una posición clave en la que se sucedieron los nombres y las probaturas. Pese a hacerse posteriormente una gran inversión en el mercado de invierno para subsanar anteriores errores, lo cierto es que no fue suficiente para conseguir un objetivo de mínimos como era la permanencia. Además, la relación de Catoira con el vestuario del Espanyol fue muy tensa por no decir casi inexistente, algo incompatible con la misión de trabajar en la continuidad de futbolistas que se consideraban clave para luchar por el ascenso y poder confeccionar una plantilla compensada y competitiva. Solo hay que recordar como futbolistas como Sergi Darder y Joselu Mato, hoy fuera del club, se lamentaban en su día por el hecho de que se les vendió un proyecto que nunca llegó a realizarse.
Un feo gesto con el Espanyol al ser cesado
En su presentación como nuevo director deportivo del Real Valladolid, Catoira fue preguntado por su etapa en el Espanyol y en concreto la experiencia del año pasado, la primera como director deportivo: “Siempre he tenido la oportunidad de estar en un segundo plano pero cercano a la toma de decisiones, en eso he sido feliz y estoy satisfecho del trabajo, y el año pasado es para mí un bagaje brutal en cuanto a lo que pasó, básicamente porque no es sencillo asimilar un descenso como no lo habrá sido aquí. Cada contexto es diferente, tanto a nivel de club como afición y ciudad, porque estoy seguro que todas esas experiencias me van a servir para no repetir errores que seguro que los cometí, si no, no hubiese pasado lo que pasó más allá que un descenso es siempre multifactorial”. Recientemente en ‘La Grada Ràdio’ explicamos como el gallego se llevó todos los informes de futbolistas analizados que había llevado a cabo durante su etapa en el club perico, y tampoco dejó rastro del software que desarrolló junto a su antecesor Rufete, y el exdirector de identidad, Hugo Blanco, y que se utilizaba para rastrear a jugadores de todo el mundo. Así, Domingo Catoira se aseguró de que, tras su despido, el Espanyol no pudiera aprovechar el trabajo que había hecho como empleado del club.