En Getafe, mientras otros celebraban el gol de Cabrera o la cuarta victoria seguida, Carlos Romero alcanzaba un número redondo sin hacer mucho ruido: su partido número 50 con el Espanyol. En apenas un año, el lateral zurdo de Torrent ha pasado de ser una apuesta más a convertirse en uno de los grandes referentes de este equipo que no deja de crecer.

Solo una ausencia y fue forzada; ha jugado 15 de 16 partidos este curso. Solo se perdió el del Villarreal… por cláusula
De los 16 partidos que lleva el Espanyol en esta Liga, Carlos Romero ha jugado 15. El único que se perdió fue, precisamente, ante el Villarreal, el club que tiene sus derechos. Por esa famosa cláusula del miedo. El resto, todos como titular. Y si tiramos la vista atrás, el año pasado acabó siendo un fijo para Manolo González. Disputó 35 encuentros y desde la jornada 24 hasta la 38 lo jugó todo. Fueron quince titularidades seguidas en las que se dejó la piel. Y ahí fue cuando dejó de ser una promesa para convertirse en una realidad.
De defender mal a defender mejor: Manolo le apretó… y Carlos respondió
El propio Manolo González lo dijo hace no tanto: “A Romero le costaba defender”. Pero en lugar de tomárselo a mal, el jugador lo entendió como un desafío. Se puso las pilas, trabajó, corrigió errores y ahora es un lateral mucho más completo. Sigue teniendo llegada, sigue generando peligro por banda, pero ya no sufre tanto atrás. Y eso, en un lateral ofensivo, es oro puro.

“Quiero ser un jugador que haga más cifras”, decía en una entrevista reciente
Romero no se esconde. En una charla con Mundo Deportivo, reconocía que quiere aportar más en números: goles, asistencias, impacto en el marcador. Y lo está consiguiendo. Esta temporada ya ha dejado acciones decisivas -dos goles y dos asistencias- y no solo por lo que genera en ataque, sino por cómo se ha convertido en un jugador que contagia al resto. Tiene carácter, se hace notar, no se borra.
El Villarreal no quiere sorpresas y lo blindaron antes de cederlo de nuevo: cláusula de 45 millones y renovado hasta 2029
El Villarreal no es tonto. Antes de volver a mandarlo al Espanyol, lo renovó hasta 2029 y le colocó una cláusula de rescisión de 45 millones de euros. Para que nadie se lo lleve a la ligera. Es un blindaje de los serios, del mismo nivel que otros laterales jóvenes que este mismo verano se han movido por cifras millonarias. Porque saben lo que tienen entre manos. Y porque su progresión está siendo tan rápida como evidente.
El Espanyol lo disfruta, pero sabe que no es para siempre: el club no tiene opción de compra y su rendimiento lo está poniendo en el escaparate
En el entorno blanquiazul hay una mezcla rara de orgullo y resignación. Orgullo por tener a un jugador así en plantilla, por verlo cada fin de semana dar un paso más. Y resignación porque, si sigue así, va a ser muy difícil retenerlo. No hay cláusula de compra. Y en el fútbol actual, cuando un lateral joven rinde como él, los grandes miran. Y cuando miran, suelen llamar.

Romero no ha venido a pasar el rato: ha venido a dejar huella
Carlos Romero no es uno de esos cedidos que pasan sin pena ni gloria. No es relleno. No está de paso. En solo 50 partidos ha demostrado que es un jugador serio, comprometido, con hambre y con ganas de comerse el mundo. El Espanyol se ha beneficiado -y mucho- de tenerlo. Y si el equipo sigue en esta línea, él será una de las piezas clave para que los objetivos se cumplan.
