Si hace un par de temporadas alguien hubiera dicho que los defensas del Espanyol Leandro Cabrera y Fernando Calero iban a ser una de las parejas de centrales más fiables de LaLiga, muchos habrían torcido el gesto. No por mala fe, sino porque ambos cargaban con un peso enorme a la espalda: el de los descensos, el de los errores señalados, el de ser siempre los primeros en la diana cuando las cosas iban mal. Hoy, sin embargo, la realidad es otra muy distinta. Cabrera y Calero son titulares indiscutibles, sostienen al Espanyol desde atrás y explican, en gran parte, por qué el equipo de Manolo González está viviendo uno de los momentos más dulces de los últimos años.
Una sociedad que ha crecido a base de golpes. Cabrera: “Los dos sentimos que estamos en un buen momento”
Tras el triunfo en Getafe, Leandro Cabrera puso voz a algo que se ve desde la grada al ser cuestionado por el gran momento de la dupla que integra con el de Boecillo. “No lo comentamos, pero los dos, yo lo siento y creo que él también, que estamos en un buen momento”, reconoció el uruguayo. No hay frases grandilocuentes, sino experiencia. “Como lo hemos pasado de todos colores, tampoco queremos sacar mucho del pecho para adelante, porque ya sabemos que el fútbol y la vida, cuando vas que te ha crecido, te la devuelves”, añadió. Palabras de alguien que ha visto lo peor y ahora disfruta lo bueno sin perder el suelo de vista. Hace unas semanas que reconocía sin esconderse que tiene algo de ventativo en su personalidad, y recordaba aquellos momentos duros con la grada y los medios. “No fue fácil y obviamente me dolía, primero porque sabía que no estaba dando el nivel. Te toca el orgullo y en ese sentido intenté mejorar desde el día a día y personalmente yo me lo tomaba como ‘les voy a cerrar la boca a todos’. En mi vida soy un poco rencoroso y vengativo e intenté, en cierto modo, cerrar bocas. Luego cuando llega el buen rendimiento no lo piensas, sencillamente disfrutas del momento”. Y eso es lo que hace ahora.
Calero, por fin en paz consigo mismo: la continuidad y la confianza han cambiado al central de arriba abajo
Lo de Fernando Calero es una de esas historias que el fútbol, de vez en cuando, regala. Llegó con cartel, vivió etapas muy duras y estuvo más de una vez cerca de quedar marcado para siempre. Pero esta temporada se le ve distinto. Más tranquilo. Más seguro. Y encima, el físico que otras veces le ha pasado factura esta vez está respetándole. Él mismo lo explicó con sencillez ante los medios del club: “La confianza que tengo conmigo mismo, que me ha dado el míster, jugar muchos partidos consecutivos… te hace tener esa confianza, atreverte a hacer cosas, atreverte a estar más activo durante el partido”. No es solo una sensación, es ciertamente una realidad que se nota cada domingo.
El central que también marca goles: Cabrera entra en el club de Canito, Pochettino y Dani Jarque
Cabrera no solo manda atrás. También suma delante. Intratable por arriba, siempre bien colocado y con ese olfato para aparecer en el momento justo, se ha convertido en una amenaza constante en cada córner. Ocho de los goles del Espanyol esta temporada han llegado de cabeza, muchos con Edu Expósito poniendo el balón donde duele. A sus 34 años, el uruguayo vive uno de los mejores momentos de su carrera, y lo hace liderando sin levantar la voz.
El gol de Cabrera en el Coliseum no fue uno más. Con esa diana, el uruguayo alcanzó los ocho goles en Primera División con la camiseta del Espanyol. Ocho. Los mismos que Dani Jarque. Un dato que explica Iván Molero en AS y que coloca a Cabrera en un lugar muy especial de la historia del club. “La verdad es que no lo sabía. Es un orgullo”, confesó el central al conocer la cifra. Y no es para menos: por delante solo quedan mitos como Canito, Alberto Lopo, Miguel Ángel García, Vilaseca o Mauricio Pochettino. Palabras mayores.
Del silbido al aplauso: la grada también ha cambiado con ellos
Quizá lo más bonito de esta historia es el cambio de mirada desde la grada. Cabrera y Calero han pasado de escuchar murmullos a recibir aplausos. De ser señalados a ser protegidos. Porque el aficionado del Espanyol valora una cosa por encima de todo: el compromiso. Y estos dos centrales lo han tenido siempre, incluso cuando el viento soplaba en contra. Hoy, con el equipo mirando a Europa y con la sensación de seguridad atrás recuperada, su reivindicación es total.