Mediante una entrevista a la revista Telva, una doctora advierte de que elegir un desayuno dulce a diario puede suponer engordar hasta 9 kilos al año. Declaraciones que Boticaria García, doctora en farmacia complementa con lo importante que es para nuestro sistema emocional también dejar de elegir ese desayuno dulce que se convierte en una recompensa inmediata para el cerebro, pero que no ayuda a nuestra salud física, mental ni emocional.
Los tipos de hambre
A la pregunta de qué pasa con el cuerpo cuando tiene hambre, la experta responde que “hay distintos tipos de hambre. El hambre hormonal (el del adipocito alterado), el hambre fisiológica (el normal), el hambre emocional que es el hambre del cortisol que cuando llegamos a casa de trabajar súper estresados nos lleva al azúcar. Además, cuando tienes esa ansiedad, ese estrés, ese cortisol lo que hace es también alterar la leptina. El aburrimiento también da hambre: te falta dopamina. ¿Y dónde vas a buscarla? No en el brócoli ni en las lentejas, sino en productos con mucho azúcar, sal o glutamato que me estimulen”.
En cuanto a los tipos de hambre, la experta explica de forma muy concreta y con ejemplos interesantes y gráficos, que existen: “El hambre ambiental, que es el que yo llamo el hambre de «culo veo, culo quiero». Veo que te estás comiendo esa palmera de chocolate y yo, que no tenía hambre, pienso que quiero una. Esa hambre es por la dopamina, esa anticipación del placer. Y, por último, el hambre Dragón Khan. Tú tomas azúcar por la mañana y hay un pico de glucosa y luego está la caída”. Y esta última es la que nos hace caer en un desayuno dulce.
Desayuno dulce: 9 kilos más al año
La experta menciona el problema de elegir un desayuno dulce que pueda hacernos coger hasta 9 kilos más al año: “En los estudios que se han hecho recientemente se ha visto que personas que hacen un desayuno azucarado como nos han enseñado erróneamente siempre pueden llegar a comer más de 300 kilocalorías al día que una que no. Y esas 300 kilocalorías al día extra suponen hasta 9 kilos más al año”.
Explica que esto ocurre, en muchos casos, porque se tiene hambre aunque ya se haya comido. Este hambre no responde a una necesidad metabólica o física de consumir más energía a través del alimento, sino a ansiedades que producen algunos productos.
“Las personas que tienen obesidad tienen menos receptores de dopamina y segregan menos dopamina al comer. Tú imagínate. Si tú con una palmera de chocolate dices, bueno, ya mi hambre emocional se ha calmado y ya estoy saciada, una persona con obesidad necesita dos palmeras de chocolate porque no segrega suficiente dopamina y, además, no tiene tantos receptores. Esto se ha visto en estudios”, por lo que explica que se trata del mal funcionamiento de estos circuitos, elegir un desayuno dulce que no sea saludable.
Cómo dejar de tener hambre
Para dejar de tener este hambre que muchas veces no es saludable y que hace que tomemos la decisión de tomar un desayuno dulce que nos engorde y no nos nutra, la experta sostiene que hay que tener en cuenta que “el único hambre saludable es el fisiológico. Por eso en el libro doy herramientas para cada tipo de hambre”.
De nuevo menciona los tipos de hambre que hacen que se elija un desayuno dulce que no es saludable, por ejemplo. O que alteran los picos de glucosa. Todo esto tiene que ver con que “en el hambre emocional y el hambre ambiental, que al final estamos buscando esa dopamina, vamos a buscar la dopamina en otras fuentes que sean saludables. Caminar, llamar a una amiga, quedar con alguien, subir unas escaleras, escuchar música o cantar también genera dopamina”.
Lo cual quiere decir que para evitar ese desayuno dulce que nos puede hacer coger hasta 9 kilos más al año, pero no solo eso, sino seguir alterando los receptores de dopamina de nuestro cerebro, es muy importante.