A Urko González de Zárate no le han regalado nada. Tras deslumbrar en la segunda vuelta como cedido por parte de la Real Sociedad, volvió al Espanyol este verano con el cartel refuerzo muy deseado, pero durante semanas fue más tema de debate que de certezas. Costó verlo encajar en la nueva idea de Manolo González, y no fueron pocos los que empezaron a preguntarse si estábamos ante uno de esos fichajes que no terminan de cuajar. Pero el fútbol, como la vida, da vueltas. Y ahora mismo Urko es intocable. El centrocampista ha sido titular en los últimos cinco partidos del Espanyol, ha jugado los 90 minutos en los últimos cuatro, y de estos todos han acabado en victoria.

De entrar y salir… a no salir nunca del once
Hasta ese partido ante el Villarreal en que volvió al once, Urko había sido más un recurso que un elemento clave. Tras unos primeros compromisos tras su vuelta con más presencia fue apareciendo, sí, pero en modo intermitente: minutos sueltos contra Betis, Oviedo, Elche o Alavés, apariciones desde el banquillo que no terminaban de consolidarlo. Pero el punto de inflexión llegó en casa, en el partido del 125 aniversario ante el Villarreal, con una actuación notable jugando 82 minutos pese a la derrota. Manolo lo mantuvo en el once… y el equipo empezó a encadenar victorias. Así de simple. Urko ha aportado equilibrio, presión alta, coberturas y esa serenidad que hace que todo el medio campo funcione mejor.

Un crecimiento que se nota… y mucho
El estilo de juego del Espanyol esta temporada es exigente: presión, ritmo, cambios constantes de rol. A Urko le costó pillar la ola, pero ahora surfea como uno más. Su evolución ha sido tan clara como el momento del equipo. Ha aprendido rápido y, sobre todo, ha sabido leer qué necesitaba Manolo de él. Lo que antes parecía imprecisión, ahora son coberturas. Lo que antes se notaba lento, ahora se transforma en pausa con sentido. Y, lo más importante, el equipo gana cuando él está.

¿Rumores con el Athletic? La historia de siempre
En las últimas semanas ha corrido el rumor de que el Athletic Club estaría siguiendo de cerca a Urko. No sería raro, porque por su política de fichajes, los de Bilbao siempre están atentos a jugadores vascos. Pero, siendo sinceros, tampoco hay demasiados indicios sólidos. De hecho, no se sabe muy bien de dónde ha salido el tema. Y, por si acaso, queda por ver si la Real Sociedad -su club de origen- activó alguna de esas cláusulas que usaban antes para encarecer un posible traspaso… si el destino era San Mamés.

Un foco de atención especial en San Mamés
Lo que sí es seguro es que este lunes, cuando el Espanyol visite el campo del Athletic, todos los focos estarán puestos en él. Por un lado, la afición perica, que ha pasado del escepticismo a la admiración. Por otro, los medios vascos, atentos a un chico que conocen bien. Y quién sabe si también algunos ojeadores del propio Athletic. Lo que es seguro es que si Urko vuelve a firmar un partido como el del Coliseum o el del Celta, su nombre seguirá sonando… y no solo por lo que diga la rumorología.
El ejemplo de un vestuario sin etiquetas
Lo de Urko también explica otra cosa: cómo funciona este Espanyol. Aquí no hay nombres fijos, no hay jerarquías intocables. Lo ha repetido Manolo mil veces y lo ha demostrado con hechos. Urko esperó su momento, se ganó el sitio y ahora es uno más de los que sostienen al equipo. Y cuando el motor funciona, lo último que quieres es cambiar las piezas. Así que, mientras el Espanyol siga ganando, será difícil ver a Urko en el banquillo otra vez.

La confianza de Manolo, clave en su evolución
Manolo González ha sido clave en este proceso. Ha sabido darle a Urko minutos cuando tocaba, pero también tiempo para adaptarse. No lo quemó, no lo forzó. Y cuando vio que el jugador estaba preparado, le dio la batuta. Ahora Urko responde con actitud, con trabajo y con rendimiento.
Un jugador que encarna lo que es este Espanyol
Quizá por eso su historia conecta tanto con lo que representa este equipo. No es el más vistoso, no es el que hace más ruido, pero trabaja, se entrega y, poco a poco, gana respeto. Como este Espanyol, que ya lleva cinco victorias seguidas y se planta en San Mamés con la cabeza bien alta. Y con Urko en el once, claro. Porque hoy, nadie se atreve a cuestionarlo.
