El Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) ha cerrado el capítulo de uno de los conflictos territoriales más largos del área metropolitana: Cornellà no podrá modificar los límites municipales para quedarse con el terreno donde está el RCDE Stadium ni con el centro comercial Splau. La sentencia da la razón a la Generalitat y al Ayuntamiento de El Prat, y rechaza por completo la petición del consistorio que hasta hace poco encabezaba Antoni Balmón.

Cornellà quería apropiarse del estadio y el Splau
La jugada del Ayuntamiento de Cornellà consistía en aprovechar los cambios urbanísticos de las últimas décadas para modificar los límites municipales. Según su versión, el encauzamiento del río Llobregat y la construcción de infraestructuras como la C-32 o la vía de tren han dejado una cuña pratense en medio de su trama urbana. Dentro de esa «cuña» están ni más ni menos que el estadio del Espanyol y la mayor parte del centro comercial Splau.
La justicia avala la frontera histórica entre ambos municipios
El TSJC, sin embargo, ha dicho que no. El tribunal ha avalado la decisión de la Generalitat, que mantuvo la línea municipal tal y como la marcaban las actas de 1890 y los mapas de 1916. Vamos, que si antes de que el río se desviara, eso era territorio pratense, pues sigue siéndolo.
Cornellà quería todo, pero ya cobra parte de los impuestos
Llama la atención que, pese a esta ofensiva para apropiarse del terreno, el Ayuntamiento de Cornellà no hace ascos a quedarse con su parte de pastel fiscal. De hecho, ya se queda con el IBI del estadio a medias y cobra el IAE por la actividad del Espanyol, porque la sede social del club está registrada en Cornellà. Eso sí, los impuestos de las tiendas del Splau van íntegros a El Prat. No parecen tener problema con eso mientras el dinero fluya.

No se puede cambiar la frontera municipal por la puerta de atrás
Uno de los argumentos más contundentes de la sentencia es que lo que quería hacer Cornellà no era una simple «delimitación» de término municipal, sino una modificación completa. Y eso, según el TSJC, solo puede hacerse mediante un expediente específico y con todas las de la ley. Intentar colarlo como si fuera un desacuerdo técnico ha quedado en evidencia.
Informes poco sólidos y argumentos flojos
El tribunal también ha considerado que los informes presentados por el consistorio cornellanense no justifican un cambio de límites. Las supuestas dificultades para prestar servicios públicos en esa zona no se han demostrado con pruebas sólidas ni imparciales.
Una sentencia que podría tener más capítulos
Eso sí, la sentencia no es firme y Cornellà puede recurrirla. Además, el propio tribunal deja la puerta entreabierta a que en el futuro se revise la frontera… pero por el procedimiento correcto. De momento, el Espanyol seguirá jugando en un estadio que se reparte entre dos municipios y donde, a veces, da la sensación de que todos quieren su parte cuando hay dinero, pero no tanto cuando hay que defender al club.

En tiempos en los que a Cornellà parece molestarle la presencia del estadio, no se olvidan de pasar la factura
La sensación en el entorno del Espanyol es clara: cuando se trata de recaudar, nadie se queja de que el estadio esté en su municipio, pero cuando se trata de defender al club o de facilitar su vida, ya es otra historia. Esta sentencia, aunque jurídica, también tiene mucho de simbólica. Porque pone en su sitio a quienes intentaron reescribir los mapas sin mirar ni al Espanyol ni a su gente.
Fuente: Metrópoli Abierta
