Si hay un nombre propio detrás del auténtico milagro, aunque tal vez es injusto usar ese término porque lo que explica esta situación es el trabajo y no el azar, que está firmando el Espanyol esta temporada, ese es Manolo González. El técnico gallego no solo ha cambiado la cara al equipo. Le ha devuelto el alma. Hace un año, buena parte del entorno dudaba de si era el hombre adecuado para este reto. Hoy, con 30 puntos en 16 jornadas, una racha de cuatro victorias seguidas y afianaados a la quinta plaza de LaLiga EA Sports, incluso vislumbrando de cerca la cuarta que da acceso a la Champions, el club vive su mejor momento en muchos años… y la figura de Manolo ya no se discute. Se respeta.

Segundo mejor arranque de la historia desde que las victorias valen tres puntos: solo Camacho, en 1995-96, sumó más puntos a estas alturas
Los datos no engañan. Manolo ha igualado el arranque de Lotina en la 2004-05 y de Ernesto Valverde en la 2007-08, dos temporadas que arrancaron con 30 puntos en 16 jornadas. Solo el Espanyol de Camacho, aquel que sumaba 34 en este mismo tramo, lo supera -aquella vez, los blanquiazules fueron uartos, algo que hoy en día valdría disputar la máxima competición continental-. Pero más allá de los números, está la sensación de equipo. Este Espanyol compite cada partido. Gana cuando tiene que bajar al barro y también cuando puede tocar. Y eso es mérito del entrenador.

La fuerza de lo humilde: «La acción del gol la hacíamos en la Montañesa, en el Badalona… y da puntos”
Manolo no ha cambiado. Ni siquiera ahora que la tabla le sonríe y el foco mediático no s`lo men clave perica sino a nivel nacional e incluso europeo empieza a girar hacia Cornellà. Tras la victoria en Getafe, reivindicó sus orígenes con una naturalidad que desarma: “La acción del gol es una acción que hacíamos en la Penya Deportiva, en el Badalona e incluso en la Montanyesa. La hemos hecho toda la vida y nos da puntos”. Una jugada de estrategia de barrio, rematada por Leandro Cabrera y cocinada con mimo en la pizarra. Nada de casualidades.

Un bloque duro como una roca: Calero, Urko, Dmitrovic… y una defensa que ya no se parte
Una de las transformaciones más bestias que ha logrado Manolo tiene nombre y apellidos: la línea defensiva. Fernando Calero, que venía de muchas dudas, está ahora a un nivel altísimo. Leandro Cabrera ha recuperado su mejor versión. Urko González de Zárate, tras unas actuaciones algo titubeandas tras ser repesacado de la Real este curso se ha hecho con el mediocentro con una autoridad impropia de alguien que no tiene ni 25 años. Y atrás, Marko Dmitrovic. Qué fichaje. Siete porterías a cero en 16 partidos. Tres seguidas. El Espanyol es ahora un equipo difícil de batir. Muy difícil.

Espíritu de barrio, compromiso de vestuario: “El equipo se adapta, compite y eso es media vida”
Pocas frases resumen mejor al Espanyol de Manolo que esta que dejó tras el partido en el Coliseum: “El equipo se adapta, compite y eso es media vida”. Eso es lo que el técnico ha sabido construir. El grupo responde, desde los titulares hasta los que esperan su momento. Nadie se borra. Roberto Fernández y Kike García, que empezaron entre críticas, llevan ya nueve goles entre los dos y se han ganado su espacio a base de trabajo y goles importantes.
Un equipo que sabe a lo que juega: del sufrimiento a la firmeza, el Espanyol se ha ganado el respeto
Manolo ha conseguido que su equipo tenga identidad. Ya no se le puede acusar de ser plano ni previsible. A veces juega con doble punta, otras mete tres en el medio. Pero siempre compite. Siempre muerde. “No me gusta ganar si el rival nos genera mucho. Tenemos que defender con orden”, repitió el míster, que tiene muy claro por dónde va el camino. Y si el Espanyol ha empezado a ser respetado por los rivales es porque nadie lo quiere enfrente. Ya no regala partidos.

Del infierno a la ilusión: de luchar por no bajar a soñar con volver a Europa
El salto es tremendo. Hace 12 meses, el Espanyol estaba hundido en la zona baja. Hoy es uno de los cinco mejores equipos de la competición. La referencia más reciente con aroma europeo es la 2018-19, con Rubi al mando. Desde entonces, el club ha sufrido de todo: dos descensos, dos ascensos y hasta un cambio de manos en la propiedad. Hoy, con Alan Pace en los despachos y Manolo en el banquillo, la palabra “Europa” vuelve a sonar con fuerza. Aunque el gallego insiste: “Queremos llegar a los 42 puntos”. Porque no se fía. Porque sabe lo que es pelear desde abajo. Porque no quiere que nadie se relaje.
“Me siento querido, y no solo ahora. El año pasado corearon mi nombre”
Lo dijo hace poco y no se olvidará fácilmente: “Me siento muy querido y valorado por la afición. Y no ahora, que es fácil. El año pasado, ante el Celta, que pude irme a la calle, corearon mi nombre. Estaré agradecido toda la vida”. Ese es Manolo. El que no se esconde en las malas. El que habla sin filtro. El que ha hecho del Espanyol un equipo de verdad, ese que tantos años se venía reclamando desde la grada. Que dure.
