Hace justo un año, el Espanyol de Manolo González se asomaba cada fin de semana al abismo. Con 14 puntos tras 16 jornadas, la preocupación era salir del pozo. Hoy, con 30 puntos en el casillero, afianzado en la quinta plaza y con el cuarto triunfo consecutivo ya en el zurrón, el equipo de Manolo González vive un momento dulce que no tiene nada de casualidad. La victoria en Getafe (0-1) no solo suma, también confirma. Ya no hay nadie que vea en este Espanyol una sorpresa: es una realidad sólida, compacta, que defiende como un bloque, castiga a balón parado y compite como un equipo grande.

Cuatro victorias seguidas… como en los tiempos de Pochettino
El gol de Leandro Cabrera en el Coliseum no solo valió tres puntos. Sirvió también para igualar una racha que no se veía desde 2009, cuando el Espanyol de Mauricio Pochettino encadenó cuatro triunfos seguidos en plena lucha por evitar el descenso. Ahora, el escenario es muy distinto. Lejos de mirar abajo, los blanquiazules tienen más cerca la zona Champions que la décima posición. “Estoy muy orgulloso del equipo y los jugadores. Ganar cuatro partidos seguidos es complicado para los poderosos, imagínate para el resto”, confesó Manolo tras el encuentro.

El Coliseum, conquistado con fútbol práctico y espíritu competitivo
No fue un partido bonito, pero sí de esos que refuerzan un proyecto. “Lo más importante es que nos adaptamos al partido, lo entendimos”, explicó el técnico perico. Y vaya si lo entendieron. El Espanyol supo igualar la intensidad del Getafe, se hizo fuerte en las disputas, no se complicó atrás y encontró premio en una acción de estrategia. A la tercera fue la vencida para Cabrera, que cabeceó a la red un córner de Edu Expósito, su segundo gol del curso tras el anotado al Valencia. “Sin ganar duelos es imposible ganar en el Coliseum”, soltó Manolo, que conoce bien de qué va esto.
Ocho goles de cabeza, cuatro en córner: el balón parado también gana partidos
Este Espanyol es el rey del juego aéreo. Ocho de los veinte goles que ha marcado han llegado con la cabeza, y cuatro tras un saque de esquina. “Cuando la gente menosprecia la Segunda B… La acción del gol la hacíamos en el Badalona, la Montañesa y la Peña Deportiva”, reivindicó Manolo. No lo dijo para colgarse medallas, sino para recordar que el trabajo también se entrena y se hereda. Lo que sirve en campos de tierra también puntúa en los templos del fútbol profesional. Y en Getafe, el balón parado fue determinante.

Dmitrovic, Calero, Cabrera y compañía: un muro que ya no se resquebraja
Tres porterías a cero seguidas. Atrás, el Espanyol vuelve a ser un equipo fiable. Marko Dmitrovic transmite seguridad, Fernando Calero atraviesa quizá su mejor momento desde que llegó, y Cabrera ha recuperado su versión más dominante. “Tenemos que intentar atacar como al principio, pero sobre todo intentar defender con orden. Eso te da muchos puntos, te da la vida pese a las bajas o el cambio de sistema”, apuntó Manolo, que sigue repartiendo elogios hacia los suyos.

Sin Puado, sin Lozano… pero con respuestas
Y eso que el partido llegó con varias bajas de peso. Sin Javi Puado, todavía en proceso de recuperación, y sin Pol Lozano en el once, el equipo no se resintió. “Queríamos jugar con dos puntas y por eso no ha jugado Pol. Igual que Jofre, que es el que mejor va al espacio. No miramos el tema de las amarillas. Solo miramos en ganar el partido”, justificó el entrenador. Una vez más, decisión acertada. El doble punta sirvió para estirar al Getafe, minimizar errores en salida y atacar con más intención.
Manolo, más querido que nunca, sin perder de vista el suelo
Manolo González es el alma de este Espanyol. Pese a su carácter prudente y su insistencia en “llegar primero a los 42 puntos”, es evidente que el equipo compite como uno de los grandes. “Quizás es el momento de retirarme antes de cagarla”, soltó con una sonrisa, al ser preguntado por la racha de victorias. Lo dijo medio en broma, pero todos saben que este Espanyol tiene su sello. “Me siento muy querido y valorado por la afición. Y no ahora, que es fácil. El año pasado ante el Celta, que pude irme a la calle, corearon mi nombre. Estaré agradecido toda la vida”, recordó.

Europa deja de ser un sueño para convertirse en posibilidad
El Espanyol tiene 30 puntos. Con ese colchón, y el horizonte de San Mamés antes de despedir el 2025, hay razones para pensar en grande. “Tenemos que competir bien y a ver hasta dónde nos da”, dijo Manolo. Pero la realidad es que con un equipo que compite cada fin de semana con orgullo, la afición puede mirar la clasificación con una mezcla de ilusión y orgullo. Lo que hace un año parecía ciencia ficción, hoy es pura realidad. Disfrutémoslo, como pide Manolo.
