La preocupante situación del Espanyol contrasta con la ilusión generada con la llegada de Chen Yansheng a la propiedad del club y también contribuye a las dudas existentes sobre la de la apuesta por el capital extranjero en el fútbol español. Muy lejos quedan aquellas palabras pronunciadas por el magnate chino coincidiendo con su aterrizaje de que veríamos al Espanyol en Champions en menos de tres años, fruto de su poca experiencia y desconocimiento del mundo del fútbol. El empresario chino compró el club perico por 75,2 millones en 2015 pero dos años después, se encontró con los problemas de la legislación de su país sobre inversiones en el extranjero que ponía en peligro 60,8 millones de los prestados al club. En estos años Chen ha logrado estabilizar los números de una entidad que recibió a un paso de entrar en concurso de acreedores, pero a nivel deportivo sólo ha habido una alegría, la clasificación para Europa de la temporada 2018-19. Si desde entonces se han sucedido los proyectos fallidos y las planificaciones deportivas caóticas en lo que toca al primer equipo, también en dos de las que eran las joyas de la corona como el Fútbol Base y el Femenino se ha fracasado estrepitosamente. A ello cabe sumar los continuos cambios de rumbo en los puestos de mando en la cúpula gestora y una creciente desafección entre una masa social harta con la propiedad, lo que hace que en sea un sentimiento generalizado la reivindicación de un cambio de propiedad.
La crisis de la apuesta de los inversores estranjeros en el fútbol español
Precisamente hablando de la propiedad del Espanyol y de Chen Yansheng, no escapa a una dinámica palpable en el futbol de élite nacional, la de un cierto agotamiento del modelo de propiedad extranjera. Lo que en su día era visto como la solución a los problemas económicos de las endeudadas sociedades anónimas deportivas españolas y la mejor vía para elevar el listón a nivel de objetivos ha pasado a ser abiertamente cuestionado por motivos tanto deportivos como económicos y sociales. El dato es contundente: sólo dos clubes de capital extranjero han estado fuera de la lucha por la permanencia, el Girona del City Football Group de Arabia Saudí y el Mallorca del norteamericano Robert Saber. Otros dos, el Valencia de Meriton SL, la sociedad limitada encabezada por Peter Lim y el Almería del saudita Turki Al-Sheikh, se han salvado por los pelos ocupando las plazas 16 y 17 respectivamente. Y los tres que han bajado, son el Valladolid del exfutbolista Ronaldo Nazário, el Espanyol de Chen Yansheng y el Elche del argentino Christian Bragarnik.
Una larga lista de fracasos y personajes extravagantes
El ejemplo más cercano de club histórico arruinado por una nefasta gestión es el Málaga, intervenido judicialmente desde febrero de 2020 tras el solar dejado por Al-Thani. El jeque catarí aterrizó en 2010 con Van Nistelrooy de la mano y declarando que estaba dispuesto a pagar los 150 millones de la cláusula de Messi, pero pese a clasificar al equipo para la Champions en realidad financieramente estaba en la ruin y deportivamente acaba de descender a la Primera Federación. Dimitri Piterman fue dejando por toda España una estela de getión nefasta: tras recalar en el Palamós, el ucraniano con ascendencia norteamericana compró en 2003 el 25% de las acciones del Racing y un año más tarde compró el 61% de las acciones del Alavés. En 2007 fue obligado a vender, dejó 23 millones de deuda y a día de hoy aún tiene abierta una vía judicial en Vitoria, donde se investiga un supuesto delito de apropiación indebida. En la lista de inversiones fallidas en España en las últimas décadas hay que incluir al indio Ali Syed, que pagó 3 millones por las acciones del Racing o John Jiang, que compró el Granada por 37 millones y que sigue reclamado por Hacienda. Uno de los primeros inversores extranjeros en el fútbol nacional fue Marcelo Tinelli, en el Badajoz en 1998. El argentino era una estrella de la televisión y compró el club extremeño como parte de su show, pero el equipo, acabó en Tercera. Christian Bragarnik, que fuera agente de Maradona, compró el Elche a José Sepulcre y Antonio Rocamora por 28 millones. En 2017 el Grupo Skyline, propiedad de la familia Kanchi, compró el 98% del Albacete; el libanés, con nacionalidad venezolana, prestó dinero al Málaga de Al-Thani a cambio de los derechos de Samu Castillejo, Sergi Darder e Ignacio Camacho. El Córdoba llegó a estar en manos de Shaikh Nasser bin Hamad Al Khalifa, un príncipe de Bahrein propietario de la empresa Crowe Spain aunque en 2021, tras una sentencia judicial, el club volvió a manos de Carlos González. El último ejemplo de inversión fallida es el de Meriton en el Valencia; Peter Lim aterrizó en 2014 prometiendo que el club lucharía por ganar la Champions y nueve años después ha estado a punto de bajarlo a Segunda; socialmente el valencianismo está absolutamente fracturado, y tiene una deuda cercana a los 400 millones de euros.