Llámenme raro, pero cuando encajamos el dramático segundo gol, tras una acojonamiento colectivo en la salida de balón, me acordé de Pazos, el personaje que Manuel Manquiña interpreta en ‘Airbag’. Su frase de “aquí hay una cuestión: el concepto es el concepto. Esa es la cuestión”, me llevó a desviar la mirada al banquillo y preguntarme si el míster tenía claro el suyo. Cada uno lleva dentro un entrenador y esperamos de los profesionales que nos aleccionen y demuestren porque ellos sí y nosotros no, pisan esos terrenos y gozan del
privilegio que el resto de mortales no disponemos. El enésimo planteamiento repetido e infructuoso en lo que llevamos de campeonato, nos trae una nueva derrota.
El dubitativo Álvaro Fernández, abre la puerta, de nuevo, a que se produzca un cambio de portero.
La verbena defensiva, “con errores que nadaban en la ambulancia”, empezó con Óscar Gil, castigado en la única falta que cometió; Fernando Calero que parece que le hayan hecho vudú y se quebró con Sörloth y noche de tiovivo con Leandro Cabrera que parecía ir bien en el caballito y como en el chiste, acabó arrollado por el tren de bomberos.
Mención especial para Brian Oliván; Pazos se plantaría delante de él y le diría que has vuelto a ser el
mejor porque “a los hechos me repito”.
Debe preguntarse Vini Souza que si en el stage de invierno se entrenaba el doble pivote, porque ahora se volvía a encontrar solo, con ganas de pulsar el botón rojo de emergencia; Darder que no bajaba los brazos aunque no acertara y se hace necesario no perderle porque con este “vamos a llevarnos bien”.
Arriba jugaban cuatro, sin armonía y desestabilizando, incomprensible decisión, el centro del campo, que es donde se cocina el fútbol: Melamed, erre que erre en banda, Aleix Vidal robotizado y sin chispa, un Puado que daban ganas de enviarlo a coger “la carretera de circuncisión” y Braithwaite que tenía escasas probabilidades de llevarse el incentivo del gol.
Y para completar el drama, los cambios debían entrar como “máquina de matar”, pero Sergi Gómez concedió demasiado, Rubén Sánchez maneja algún síndrome que no acierto a descifrar y Lazo como pared en el gol de Oliván, fenomenal, pero del resto, ¡ay Carmiña!. Denis Suárez fue un bálsamo en la hecatombe y Gragera tiene un entusiasmo que refrenda la necesidad de usar a los nuevos y que el entrenador se deje de más experimentos.
Así se produjo esta terrible película de lunes noche. No es tiempo de lamentos y si de decisiones determinantes. Me gustaría anticiparles que nos traeremos una victoria de Elche y que el desempeño del míster me haría decirle lo mismo que decía Pazos, “profesional, muy profesional”. Pero a este paso estamos más cerca de que nos lluevan unas “hondonadas de ostias”. Si no vieron el film, este acaba con una llamada del gallego a su mujer, tras una explosión y fracasar en la misión. Su frase, la hago propia: “Carmiña, lo dejo que esto es muy estresante. ¡Interesante no, estresante!”. Aunque sé que cuando despierte seguiré pensando que mi equipo, es lo mejor del mundo. ¡Manda carallo!
