El paso de Salvi Sánchez por el Espanyol fue breve, y además en el tiempo en que permaneció en la entidad blanquiazul no logró tener el protagonismo que esperaba. El extremo gaditano aterrizó en Barcelona con un objetivo claro: devolver al equipo a Primera división. Y se logró. Sin embargo, la historia no terminó como él esperaba, y en el mercado de invierno puso punto final a su etapa como perico. Ahora, ya como agente libre y entrenando en solitario a la espera de qué pueda depararle el futuro, reflexiona sobre esos meses en los que el fútbol le enseñó, una vez más, que no todo es tan sencillo como parece.

“Con ellos firmé un contrato de confidencialidad y tampoco hablar mucho sobre ese tema, pero estoy muy agradecido por el tiempo que estuve allí, me he sentido muy querido todo ese tiempo, se hizo un poco difícil adaptarse a Barcelona para la familia. Bueno, firmé con un objetivo claro que era ascender y se ascendió. Empezamos la pretemporada con todas las ganas e ilusión del mundo, contento pero al ver que no contaba con minutos creo que tomamos una decisión acertada, venirme para acá, reflexionar sobre todo un poco, estar con la familia y ver qué pasaba con el mercado”, cuenta Salvi en entrevista a Marcador de Radio MARCA.

Lo más complicado para un futbolista, según él, es lidiar con la falta de oportunidades. “Cuando juegas todos los partidos y aunque te salga mal sigues jugando es más fácil que cuando te toca un entrenador no cuenta contigo y no te da apenas minutos ni para demostrarle de qué estás hecho. La vida son etapas y puede pasar. Entrenadores que para gustos, colores. Clubes que con el fair-play financiero apuestan más por la cantera, y hay que saber gestionar entrenar siempre al 100% para que no quede nada de ti”.

Preguntado por si se fue dolido del Espanyol, reflexiona el andaluz: “Yo tenía contrato en en el Rayo y estaba súper feliz en Madrid y la verdad que que me sentí como en casa, también tengo que decir que me salió la oportunidad ésta de irme a Barcelona a un grandísimo club, a un club con títulos, con mucha ambición y con un proyecto muy bonito por arrancar, ya que habían descendido en 4 años dos veces. Y bueno, pues me la jugué, nos la jugamos tanto yo como mi familia y bueno, esto es como la vida como la vida misma, a veces aciertas, a veces no, a veces te cuesta arrancar de cero y bueno, contento porque firmé con un objetivo claro que era ascender y se ascendió, ahora es verdad que un poco más tranquilo y entrenando en solitario lo ves desde un punto de vista diferente”.

Sobre la situación del Espanyol, Salvi se muestra optimista. “Sinceramente, creo que se van a salvar, pero es verdad que están en el tramo más difícil. Si sacan los partidos clave contra los de abajo, será más fácil. Ahí está la clave para que el año que viene estén en Primera”.
El gaditano también recuerda cómo fue la temporada del ascenso, en la que el Espanyol pasó por tres entrenadores. “En el caso del Espanyol con tres entrenadores, fue más difícil subir que en otros casos mantenerse en Primera. Luis García nos hacía jugar espectacular, pero a la contra nos hacían mucho daño. Con Ramis, cuando mejor estábamos, lo destituyeron. Y con Manolo jugábamos parecido a con Luis, pero no era lo mismo. Tuvimos muchísimos empates, pero llegamos a playoff. Hicimos muchas comidas y reuniones, y ahí se notó que el equipo estaba a full. Son maneras de jugar muy diferentes, algunas te vienen bien y otras peor, con Luis teníamos el equipo más arriba y tenías muchas ocasiones pero a la contra te cambiaban el partido en varias jugadas”.

Ahora, con 33 años y entrenando en solitario, lejos de la dinámica normal en un vestuario de fútbol profesional, Salvi reflexiona sobre el futuro: “En el fútbol, todo el mundo ve el día a día, pero pocos piensan que los futbolistas, a los 36 o 37 años, están retirados. Hay que hacer vida después del fútbol, llenar la nevera después de esa edad y tener estabilidad para ti y tu familia. A veces, el ego del jugador tiene que quedar a un lado y mirar por lo que tienes en casa”.
¿Y la retirada? “Cuando eres joven, no la ves cerca, pero cuando vas cumpliendo años, quieres disfrutar tanto dentro como fuera del campo. También sentirte querido y valorado. Hay que estar tranquilo con eso. Y si llega el momento, no pasa nada. La vida sigue”.